Lobo, ¿Cuánto de malo y cuánto de bueno?

El lobo, villano en cuentos infantiles, padre de nuestros fieles los perros, perseguido y alabado. ¿Cuánto de malo y cuánto de bueno? - Nada de ambos.

Como con otras muchas especies de animales, los lobos son personificados para que su clasificación en buenos o malos cobre algo de sentido. Partiendo de la base de que los animales son solo eso, animales, no deberían ser etiquetados como buenos o malos, listos o tontos, ya que eso únicamente nos corresponde a nosotros. Un animal no actúa de mala fe, solamente nace, crece, se relaciona, se reproduce y muere. Pero al tratarse del lobo, solo la última nos provoca una sonrisa, como poco de superioridad. El depredador depredado.

Y debido a esta superioridad, lo que buscamos de la naturaleza, entre otras cosas, es nuestro beneficio y a poder ser económico. Así que, veámoslo... pero antes que nada ¿Qué es un lobo?

Un lobo, o en nuestro caso la subespecie ibérica, el lobo ibérico (Canis lupus signatus), es uno de los pocos superdepredadores o consumidores terciarios que habitan nuestras tierras y que por ello se encuentra en la cúspide de la pirámide trófica de su ecosistema. En otras palabras, se encarga de controlar el número de individuos de las poblaciones de consumidores primarios (jabalíes, ciervos, corzos…) y consumidores secundarios como el zorro, favoreciendo así el perfecto funcionamiento y equilibrio entre las poblaciones animales que habitan en un mismo ecosistema.

¿Y si no hay lobo?

El equilibrio se pierde:

- Las poblaciones de grandes herbívoros crecerían sin control provocando:

o   Pérdida de la cubierta vegetal, ya que a más herbívoros más cantidad de alimento es necesario.

o   Aumento del número de enfermedades y del número de enfermos. A mayor número de individuos en la misma área, mayor contacto entre ellos se produce y con esto la probabilidad de transmisión de enfermedades, como por ejemplo la sarna, entre otras enfermedades que pueden ser transmitidas al ganado. El lobo actuaría como saneador del ecosistema, ya que le resultaría más fácil depredar una presa enferma, que a un individuo sano. Muerto el perro se acabó la rabia.

-Los zorros se verían favorecidos. Aunque no sea una presa habitual del lobo, éste controla el número de individuos de su población de forma similar al caso anterior. Simplemente la presencia de lobo y su delimitación de territorios de caza, desplazan al zorro, evitando así una su proliferación descontrolada.

o   Conejos, perdices y el resto de presas del zorro, verían diezmadas sus poblaciones, ya que a mayor número de zorro, menor número de éstas y viceversa.

¿Podría sustituir el papel del lobo, un cazador?

Claramente no. Sí es verdad que los cazadores en cierto modo actuarían como superdepredadores y que con su actividad reducen y controlan el número de individuos de poblaciones de ungulados. La diferencia es que el lobo siempre va a dar caza al débil, favoreciendo así la selección natural, en la que el individuo más fuerte es más capaz de legar su información genética a generaciones futuras. Mientras que los cazadores buscan a individuos grandes, con enormes cornamentas para darles caza, pudiendo llegar a provocar lo contrario, que sean los individuos débiles los que se reproduzcan, generando así descendencia también débil.

Ya sabemos lo que es un lobo y su papel en el ecosistema, pero ¿Y su relación con el ser humano?

Pues bastante difícil, como ya he dicho: perseguido y alabado.

A mediados del siglo XIX, el lobo se distribuía por prácticamente todo el territorio español. Su caza y persecución diezmó sus poblaciones hasta dejarlo al borde de la extinción en la década de los 70’ del siglo pasado. 100 años han pasado de una fecha a la otra, y otros 40 hasta la actualidad, 140 años para acostumbrarse a lo “bueno”, ya que es verdad que en las zonas donde el lobo nunca ha dejado de estar, los ataque al ganado son menores que en zonas donde su presencia es más o menos reciente debido a su recolonización territorial.

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Los ganaderos de zonas donde siempre han convivido con lobos, defienden y cuidan su rebaño de forma tradicional, protegiéndolo por la noche para evitar ataques. Sin embargo los ganaderos acostumbrados a que en sus zonas no haya depredadores, este hábito no lo tienen por costumbre, por lo que hacen pernoctar a su ganado en el campo generalmente, siendo un blanco fácil para nuestro superdepredador.

Por otro lado, los estadísticos muestran que las zonas con más cantidad de lobos coinciden con las zonas que menos ataques al ganado se dan. Puede parecer contradictorio, pero no lo es. Los lobos son seres sociales, habitan en manadas de unos 3-6 individuos, esto les permite poder abatir presas de gran porte como ciervos o jabalíes. Sin embargo,  las zonas donde los lobos son más perseguidos, coinciden con las zonas donde los ataques al ganado son más frecuentes, esto es debido a que al cazar al lobo, fragmentamos sus manadas y creamos los llamados lobos solitarios, estos individuos son incapaces de cazar ciervos y jabalíes por si solos, por lo que elegirán de plato principal las ovejas pernoctantes del ganadero serrano. Otro factor a tener a cuenta, son los cada vez más perros asilvestrados. Perros nacidos y criados en la naturaleza, sin hábitos sociales y causantes de un daño similar al de los lobos solitarios.

¿Quién gana el duelo, el lobo o el ganadero?

Pues claramente ninguno de los dos. Unos son imprescindibles en nuestros ecosistemas para que todo fluya correctamente, encuentren el equilibrio. Y los otros, son el latido de nuestros pueblos rurales, sin ellos muchos de éstos desaparecerían. Ambos son necesarios. La Administración tendrá que mover ficha. Cuanto antes.